Veo en mi obra una aproximación, un ensayo sobre los sentires;

permisos y castigos... una alusión al tiempo y a su “daga” feroz  y fatal.
Evoco un devenir lúdico, onírico y doloso. A un hombre —su cuerpo— que se convierte en ducto, en referente; su piel —la carne—  cual culpable:  su prisión.

Reconozco una unión/puente —¿religión?— a antiguas sensaciones: ambiguas, prohibidas. Sentimientos lejanos, cautivos en el tiempo, afloran... cobran vida.

Pasado y presente.

Carne y pecado - pecado y placer.